El escultor finlandés Harry Kivijärvi nació en 1931. Originalmente era pintor, tras haber estudiado primero en su ciudad natal, Turku, y después en Helsinki. Se inició en la escultura en Italia en 1955-56.
Las primeras obras de Kivijärvi estaban influidas por las búsquedas de los escultores italianos de los años 50, y expresaban la delicadeza de la percepción y el sentimiento del artista.
Su estilo personal no se desarrolló hasta principios de los años 60, cuando empezó a seguir los ideales modernos de expresión pura. El punto de partida fue el cambio del bronce por la piedra, lo que supuso un cambio radical, principalmente granito negro y duro, del que una pieza entera parece haberse desprendido por sí misma, conservando la naturaleza de la piedra. Sus obras parecen seguir perteneciendo a la pesada roca original, aunque son perfectamente individuales.
Estas esculturas son piedras suavemente pulidas cuya forma ascética cerrada ins estrictamente bordeada por el contorno suavemente curvado. Son puramente plásticas por naturaleza, porque su vida escultórica nace de los raros huecos y pliegues hinchados u ondulados que mejor expresan la propia personalidad del artista.
Destacan la pesadez de la piedra, pero revelan también su suavidad oculta y su calidez sensible. Últimamente, el artista ha llevado a cabo su ideal de perfección pura en esculturas de bronce pulido brillante. La luz reflejada en su superficie refuerza la riqueza de su expresión.
El punto estelar de las esculturas de Kivijärvi es la experiencia de la realidad. Los motivos se inspiran a menudo en la naturaleza, aunque luego se alejan, reduciéndose a una forma puramente abstracta en la que sólo queda lo esencial. Esta escultura es internacional por naturaleza y pertenece a la tendencia cuyos representantes más famosos han sido Arp y Brancusi. Pero también es claramente nórdica: la melancolía y la profundidad del sentimiento son sus rasgos espirituales esenciales.
